De 1950 a 1960
Es el año 1957 el que dará a nuestros comic el perfil que ha mantenido hasta la actualidad, puesto que se comienzan a hacer cosas nuevas, distintas de las que se hacen en el resto del mundo, con asuntos más complejos y más humanos, que se apartan del modelo norteamericano que se seguía hasta el momento. Sustentadas por el éxito de sus predecesoras y por el afianzamiento de Oesterheld como guionista, aparecen Hora Cero y Frontera, fundadas por el propio Oesterheld, autor también de la mayoría de los guiones, y rodeado de los mejores dibujantes del momento: un ya depurado Hugo Pratt, Alberto Breccia, Solano López, Arturo del Castillo, José Muñoz, Leo Durañona, Juan Gimenez, nombres que harán que el comic no sea nunca más el de antes y que elevarán la historieta argentina al top que hoy ocupa a nivel mundial.
Otro de los aportes incuestionables de Osterheld es el hecho de haber agregado a una historieta que desde sus comienzos fue testimonial, la característica de ser definitivamente comprometida con la realidad. No es extraño encontrar en sus guiones - sean realistas, de aventuras o de ciencia-ficción - alusiones y críticas constantes a la realidad política del país que se van haciendo cada vez más evidente con el correr de los años. La producción de Oesterheld en la decada del ‘50 es realmente impresionante: "Ticonderoga", para Frontera, con dibujos de Hugo Pratt; "Rolo, el marciano adoptivo", para Hora Cero, con dibujos de Solano López; "Nahuel Barros", para Hora Cero, con dibujos de Carlos Roume; "Ernie Pike" para Hora Cero, con dibujos de Hugo Pratt, "Cayena" para Hora Cero, con dibujos de Daniel Haupt; "Tip Kenya", para Frontera, con dibujos de Carlos Roume; "Patria Vieja", para Hora Cero, con dibujos de Juan Arancio; "Verdugo Ranch", para Hora Cero, con dibujos de Ivo Pavone; "Dr. Morgue", para Hora Cero, con dibujos de Alberto Breccia; "Buster Pike" para Hora Cero, con dibujos de Julio Schiaffino, además de "El Eternauta".
Cuando Tía Vicenta rompe el fuego y hace tambalear el monopolio adulto que venía ostentando la historieta "seria" hasta ese momento, comienzan a surgir otras publicaciones, como por ejemplo Dr. Merengue, en la que César Bruto (guionista) y el humorista cordobés Oscar Conti "Oski" (dibujante), encaran la adaptación de la literatura a partir de la risa, resumiendo en dos o tres páginas desopilantes los "intocables" modelos literarios: El Cid, Don Quijote, obras de Shakespeare, Dumas, etc., y hasta óperas de Verdi. En realidad, todo esto se origina porque la historieta, en su etapa de maduración, comienza a sentirse "culpable" de sus inicios marginales en lo cómico y lo infantil y apunta a los grandes modelos literarios como una forma de ganar prestigio y de presentarse como divulgadora y medio de acercamiento a la "literatura de verdad".
También en la decada del ‘50 se da el intento "a la inversa": la historieta comienza a trasladarse a los demás medios. Como ejemplo, podemos mencionar a Enrique Cahen Salaverry, que filmó dos películas con personajes de Lino Palacio, Avivato (1949) y Don Fulgencio (1950); a fines de la década, otra vez a Oski, que en 1958, realiza un libro de historia con historietas, Vera historia de Indias y, en 1959, a Fernando Birri que filma sobre planchas humorísticas de este mismo autor la película "La primera fundación de Buenos Aires". Ya en los ‘60 (1963), Martín Schor hace un cortometraje sobre planchas de Alejandro del Prado, "Calé", con su inigualable Buenos Aires en camiseta. Nacido a principios de la década del ‘50 en las tiras del diario La Razón, también en 1957 recala en las ya tradicionales revistas de Columba "El Cabo Savino", primero en El Tony, después en D’Artagnan y finalmente en Fantasía. "El Cabo Savino" es el primer militar de la historieta argentina y su autor, Carlos Cassalla, recrea con el personaje el mundo desesperante y marginado del soldado del fortín en las campañas al desierto reflejando a la perfección la ambientación histórica, las armas, el paisaje, la ropa. Con esta misma temática gauchesca, podemos mencionar como representantes de los ‘50 las historietas de Enrique Rapela "El Huinca" (1957) y "Fabián Leyes", que apareció durante varios años en La Prensa, así como "Lindor Covas", de Walter Ciocca, en La Razón.
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